Siempre he pensado que la felicidad es algo que cada persona va construyendo a lo largo de su vida con las metas conseguidas, los retos salvados y también las caídas sufridas durante el camino. A veces se nos cierra una puerta y no somos capaces de abrir otra porque no miramos hacia adelante sino que nos quedamos mirando atrás hacia esa puerta cerrada.
No creo que nadie pueda decir que es feliz porque la vida es lo suficientemente puñetera como para ponernos continuamente obstáculos que siempre empañan esa felicidad. Pero si es verdad en que hay momentos en los que nos sentimos plenos, o realizados o satisfechos con lo que hemos conseguido y creo que esos momentos son los trozos con los que vamos montando como si fuese un puzzle nuestra felicidad.
En las relaciones quizás es donde más fácil se ve esto porque hay mil cosas por las que sentirse bien pero hay otras mil que son obstáculos en el camino.
Creo que es muy importante estar fuertes anímicamente para no dejar que las circunstancias se coloquen entre una y otra pieza y no nos permitan seguir construyéndolo. Pero no creo que esa fortaleza venga innata a nosotros sino que tenemos que ir adquiriéndola, ir levantándonos cada vez que nos caemos, ir quitando las piedras del camino, ir regando la semilla que plantamos en su día.
Mientras haya una idea juntos...habrá un sueño...y mientras haya un sueño...habrá una pieza que ponerle al puzzle. Y cuando ya se haya conseguido ese sueño hay que buscar otro para seguir luchando. Dicen los surfistas que nunca se alcanza la ola perfecta porque cuando pillas una que es la mejor que has pillado hasta ese momento...sabes que siempre habrá otra que podrá mejorarla. Y la vida está llena de olas que alcanzar...
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